Durante los últimos años, el término metaverso ha cobrado una inusitada popularidad. Lo hemos visto en titulares, eventos tecnológicos, campañas publicitarias e incluso en debates políticos. Desde que Mark Zuckerberg anunciara en 2021 el cambio de nombre de Facebook a Meta y declarara que el futuro de su empresa sería el metaverso, la expectación creció de forma desmesurada. Promesas de mundos virtuales inmersivos, economías digitales y experiencias completamente nuevas parecían estar a la vuelta de la esquina. Sin embargo, con el paso del tiempo, el entusiasmo inicial ha dado paso a una pregunta clave: ¿será el metaverso la próxima gran revolución de internet o estamos simplemente ante una burbuja tecnológica?
¿Qué es el metaverso realmente?
El metaverso no tiene una definición única ni cerrada, lo que en parte ha contribuido a su confusión. En términos generales, se trata de un entorno digital persistente, tridimensional, donde los usuarios pueden interactuar entre sí y con elementos virtuales mediante avatares, utilizando tecnologías como la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR).
Su inspiración se remonta a la ciencia ficción, especialmente a novelas como Snow Crash (1992) de Neal Stephenson o Ready Player One (2011) de Ernest Cline, donde los protagonistas habitan mundos digitales paralelos con reglas y economías propias. En el ámbito tecnológico, podríamos decir que es una evolución de espacios como Second Life o Minecraft, aunque mucho más ambiciosa en su alcance y posibilidades.
Las promesas del metaverso
Los defensores del metaverso lo presentan como la siguiente fase natural de internet: pasar de páginas bidimensionales a entornos tridimensionales, inmersivos y altamente interactivos. Algunas de sus promesas más destacadas incluyen:
Grandes apuestas e inversiones
El interés por el metaverso no ha sido solo teórico. Empresas tecnológicas, de videojuegos, moda, automoción y finanzas han invertido grandes cantidades de dinero en esta idea. Algunos ejemplos clave:
Además, marcas como Nike, Gucci o Balenciaga han creado experiencias virtuales o productos digitales para vender en entornos virtuales, evidenciando el interés comercial detrás del concepto.
Obstáculos y críticas
No todo es entusiasmo. El metaverso también ha acumulado una larga lista de críticas y obstáculos:
¿Revolución inevitable o burbuja pasajera?
El metaverso, tal como fue vendido hace unos años, no ha cumplido con las expectativas. Muchas plataformas han visto una caída en usuarios activos, y varias empresas han reducido sus inversiones o modificado sus planes. Incluso Meta ha cambiado su enfoque, dando más prioridad últimamente a la inteligencia artificial que al desarrollo del metaverso.
Sin embargo, eso no significa que estemos ante una burbuja en el sentido más estricto. Lo más probable es que estemos viviendo una etapa de ajuste: se han inflado expectativas, se han hecho promesas difíciles de cumplir, pero al mismo tiempo, se están desarrollando tecnologías valiosas que encontrarán su lugar en distintas áreas.
De hecho, muchas de las innovaciones asociadas al metaverso —como los espacios de colaboración virtual, la realidad aumentada en la industria o los gemelos digitales para simulaciones— ya se están aplicando con éxito en sectores como la medicina, la ingeniería o la educación.
Conclusión
El metaverso no será probablemente una revolución repentina que lo cambie todo de la noche a la mañana. Más bien, se trata de una evolución gradual que está nutriéndose de diferentes tecnologías y tendencias para dar forma a nuevas formas de interacción digital.
¿Es una burbuja? Tal vez lo fue en cuanto al “hype” mediático. ¿Tiene futuro? Sin duda, aunque probablemente en formas más prácticas y menos espectaculares de lo que se nos prometió al principio.
Como ocurre con muchas innovaciones tecnológicas, el metaverso encontrará su sitio en la medida en que sea útil, accesible y ético. De momento, estamos asistiendo a los primeros pasos de lo que podría convertirse —con el tiempo y las herramientas adecuadas— en una nueva capa de la realidad digital.
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